SILVIA DABUL


Silvia Dabul nació en Mendoza, se graduó como Licenciada en Piano en la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Cuyo. Vive en Buenos Aires y es invitada regularmente a los principales ciclos y salas del país. Se ha presentado también en Uruguay, Paraguay, Sudáfrica, Francia y Alemania. Grabó dos CD con música para dos pianos y piano a cuatro manos (Clásica), la obra completa de Kim Helweg para dos pianos y percusión (Focus Recording), Parajes (IRCO), canciones de compositores argentinos sobre textos de su autoría y Mélanges (l´Empreinte digitale, francia). Trabaja como profesora de piano en el Conservatorio Superior de Música Manuel de Falla.

Como poeta, publicó Lo que se nombra (Ediciones en Danza 2006), Cultivo de especias (Ediciones en Danza 2011). Ha sido incluida en diversas antologías.

Es autora del Diario del Otro Lado, publicación digital in progress de 20 cuadernos de sueños registrados desde 2012.


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25.1.14

Cuando fui pájaro

Me trepé al árbol de karaka 
y llegué hasta un nido hecho todo de hojas 
pero suaves como plumas. 
Inventé una canción que siguió cantándose sola 
y sin palabras, aunque se volvía triste al final. 
Había margaritas en el pasto bajo el árbol. 
Les dije, para ponerlas a prueba: 
"Les sacaré las cabezas de un mordisco 
para darles de comer a mis hijitos". 
Pero no creyeron que yo fuera un pájaro, 
y siguieron bien abiertas. 
El cielo parecía un nido azul con plumas blancas 
y el sol era la madre pájaro que lo mantenía tibio. 
Eso decía mi canción: aun sin palabras. 
Mi Hermanito llegó por el campo empujando su carretilla. 
Convertí mi vestido en alas y me quedé muy quieta. 
Y cuando estuvo cerca dije: "Pío, pío!" 
por un momento pareció sorprendido; 
luego dijo: "Bah, no sos un pájaro; se te ven las piernas". 
Pero las margaritas realmente no importaban, 
y mi Hermanito realmente no importaba; 
yo me sentía igual a un pájaro. 

Katherine Mansfield 

Versión: Cristina Negri

15.1.14

Al claro de luna, Yannis Ritsos


Esta casa me está ahogando
Pues la cocina es como el fondo del mar
Las cazuelas colgadas brillan como grandes ojos redondos de peces increíbles
Los platos se mueven lentamente como medusas
Algas y ostras se atascan en mi pelo –no puedo librarme de ellos después
No puedo subir a la superficie –la bandeja cae de mis manos muda 
Me derrumbo y veo las burbujas de mi aliento subiendo, subiendo 
E intento entretenerme mirándolas
Y me pregunto qué diría alguien que las viera desde arriba
Quizás que alguien se está ahogando
O que un buceador está explorando los fondos del mar…
Y, de verdad, no pocas veces descubro allí, en el abismo del ahogamiento
Corales y perlas y tesoros de naufragios
Encuentros imprevistos, del pasado, del presente y del futuro
Casi una comprobación de la eternidad
Un respiro, una sonrisa de inmortalidad, como dicen 
Una cierta felicidad, embriaguez, hasta entusiasmo… 
Corales, perlas, y zafiros; sólo que no sé darlos
No, los doy; sólo que no sé si pueden recibirlos… 
Yo sin embargo los doy
Déjame ir contigo

Yannis Ritsos
Sonata al claro de luna (fragmento)
Versión Dimitris Kyriakou

Poema completo

9.1.14

Éxodo


En lo alto del día
eres aquel que vuelve
a borrar de la arena la oquedad de su paso;
el miserable héroe que escapó del combate
y apoyado en su escudo mira arder la derrota;
el náufrago sin nombre que se aferra a otro cuerpo
para que el mar no arroje su cadáver a solas;
el perpetuo exiliado que en el desierto mira
crecer hondas ciudades que en el sol retroceden;
el que clavó sus armas en la piel de un dios muerto
el que escucha en el alba cantar un gallo y otro
porque las profecías se están cumpliendo: atónito
y sin embargo cierto de haber negado todo;
el que abre la mano
                                      y recibe la noche.



José Emilio Pacheco