Cuando fui pájaro
Me trepé al árbol de karaka   y llegué hasta un nido hecho todo de hojas   pero suaves como plumas.   Inventé una canción que siguió cantándose sola   y sin palabras, aunque se volvía triste al final.   Había margaritas en el pasto bajo el árbol.   Les dije, para ponerlas a prueba:   "Les sacaré las cabezas de un mordisco   para darles  de comer a mis hijitos".   Pero no creyeron que yo fuera un pájaro,   y siguieron bien abiertas.   El cielo parecía un nido azul con plumas blancas   y el sol era la madre pájaro que lo mantenía tibio.   Eso decía mi canción: aun sin palabras.   Mi Hermanito llegó por el campo empujando su carretilla.   Convertí mi vestido en alas y me quedé muy quieta.   Y cuando estuvo cerca dije: "Pío, pío!"   por un momento pareció sorprendido;   luego dijo: "Bah, no sos un pájaro; se te ven  las piernas".   Pero las margaritas realmente no importaban,   y mi Hermanito...