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Mostrando las entradas de octubre, 2012

A mi madre

                                         (reivindicación de una hermosura) Escucha en las noches cómo se rasga la seda y cae sin ruido la taza de té al suelo como una magia tú que sólo palabras dulces tienes para los muertos y un manojo de flores llevas en la mano para esperar a la Muerte que cae de su corcel, herida por un caballero que la apresa con sus labios brillantes y llora por las noches pensando que le amabas, y dice sal al jardín y contempla cómo caen las estrellas y hablemos quedamente para que nadie nos escuche ven, escúchame hablemos de nuestros muebles tengo una rosa tatuada en la mejilla y un bastón con             empuñadura en forma de pato y dicen que llueve por nosotros y que la nieve es nuestra y ahora que el poema expira te digo como un niño, ven he construido una diadema (sal al jardín y verás cómo la noche nos envuelve) Leopoldo María Panero Poemas del manicomio de Mondragón 1987
Anoche tuve un sueño dentro de un sueño. Soñé que estaba muy tranquila viendo a unos artistas que trabajaban en el escenario. Y por una puerta que no estaba bien cerrada entraron hombres con ametralladoras y mataron a todos los artistas. Comencé a llorar: no quería que estuviesen muertos.Entonces los artistas se incorporaron y me dijeron: nosotros no estamos muertos en la vida real sino sólo como artistas. Esa carnicería formaba parte del espectáculo. Entonces soñé un sueño muy bueno, soñé esto: en la vida somos artistas de una obra de teatro del absurdo escrita por un Dios absurdo. Todos nosotros somos los participantes de ese teatro: en realidad nunca moriremos cuando llegue la muerte.Sólo moriremos como artistas. ¿Eso sería la eternidad? Clarice Lispector Un soplo de vida
en otra vida yo miraba desde la ventana de un bar cómo la tormenta aplastaba las flores azules contra los cordones contra las paredes y por ese momento único de la juventud que dura muy poco supe que nunca olvidaría esa escena en que nada aparecía de lo que amaba me interesaba o temía ni novios ni odios ni otros poetas ni revistas de opinión ni secretarios de barrio ni amigos imbuidos de una colonizada cultura pavesiana sólo las flores azules y la lluvia recuerdo el nombre del pueblo la hora y esa lluvia que nunca en las décadas que siguieron confundí con alguna otra  Juana Bignozzi La ley tu ley (2000)

Presentimiento

Durante muchos días me seguiste.  En el canto del pájaro, en las sombras,  en las modulaciones del espacio:  aprendí a conocerte.  Yo sentía tu luz atravesarme  como una flecha de oro envenenada.  Te desobedecía arrepentida.  Me hablabas en secreto.  En los espejos rotos, en la tinta  azul de los cuadernos que dejabas  sobre la mesa de mi dormitorio.  Yo temblaba al mirarte, yo temblaba  como tiemblan las ramas reflejadas  en el agua movida por el viento.  Ahora que conozco tus señales,  tu piel y tus orejas, tu semblante,  no trataré de desobedecerte,  y me arrodillaré frente a tu imagen,  implacable sibila que me sigues. Silvina Ocampo
Sólo hay una Luz tú y yo  no somos otra cosa que agujeros  en la sombra de la lámpara.  M. Shabistari (Persia, 1288-1320)