El iris salvaje
Al final de mi sufrimiento había una puerta. Escucha: recuerdo eso que llamas muerte. Sobre la cabeza, ruidos, ramas de un pino vacilante. Después nada. Un sol débil temblando sobre la superficie seca. Es terrible sobrevivir como conciencia enterrada en tierra oscura. Luego todo acaba: eso que temes, ser un alma y no poder hablar, termina abruptamente. La tierra rígida se inclina un poco, y lo que se tomaba por pájaros se lanza sobre los arbustos. Tú que no recuerdas el pasaje desde el otro mundo, te digo que podría hablar de nuevo, lo que vuelve del olvido vuelve para encontrar una voz: del centro de mi vida brotó una gran fuente, profundas sombras azules sobre azules aguas de mar. Louise Glück (Versión propia)