El espejo de estar por quedarte dormida huye al fin. En su huida retiene, de entre todas las imágenes, la del hombre vestido de atardecer. Pasa, pasarán, entorna los ojos, no hacen más que sucederse, atravesar los años en el silencio de arena que de nuevo las rodea, acabarán por entregarte al anochecer. El espejo es ahora tu postrer recuerdo, tu anochecer de durmiente. Así llegando, así abandonando como el ahogado de regreso a la costa, pones tu cuerpo a descansar sobre la arena. Y todavía tienes tiempo de preguntarte por el hombre tumbado en el reflejo, desmayado, ahogado de recién, abriéndose paso por lugares donde siempre es de noche. Arnaldo Calveyra Apuntes para una reencarnación
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Propuesta del higo
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Te propongo la dulzura del higo, su carne sonrosada, replegada y húmeda como un animal marino. Goza el misterio de este fruto, su textura de molusco, su íntimo tamaño. Tersa, su pulpa apremiará el deseo de tu lengua. Te propongo las delicias del higo. Muerde su violado, desamparado centro, prueba de nuevo -empecinado- su carne que guarda mieles y diluvios. Las delicias y dulzura del higo -pequeño y desbordado- tan sólo te propongo. Que tu boca profunda se demore en el dulzor secreto, que asalte con lentitud su carne desvelada. Deja que a tu paladar traiga la memoria de sabores primitivos. Carmen Matute (Guatemala, 1944)