Por una tierra sin sentido

Yo también estoy destrozado
a pesar de que (dentro de mis limitades posibilidades) visto correctamente,
me afeito todos los días, excepto los domingos,
visito mensualmente al peluquero y de vez en cuando al dentista,
lustro mis zapatos y desempeño con aplicación ciertos oficios irreales
tales como bibliotecario, profesor y jefe de familia.
Y aunque Rimbaud me pasma y admiro a Gotfried Benn, 
quien dijo que el cerebro es nuestra tarea y nuestra maldición,
y soy capaz como cualquiera de entusiasmarme con la pampa
cuando viajo y exclamar: ¡qué increíble país!,
y no exhibo ninguna actitud filosófica original con respecto
al desgarramiento que significa la existencia,
yo también, mis amigos, yo también, les juro y aseguro,
yo también estoy destrozado.

Cuándo empezó a romperse todo en mí no sabría decirlo.
Posiblemente fue cuando vi llorar a mi abuelo por falta de trabajo
o cuando vi llorar a mi padre por el mismo motivo,
o cuando un capitán me trató de piojoso
o cuando vi apalear a mis amigos
por la simple razón de soñar en voz alta
o cuando vi una prímula en la hierba
o cuando vi el fantasma de una estrella de mar, seco en una vitrina.

No sabría decir cuándo empezó a romperse todo en mí,
cuándo fui destruído por una infinita desazón
cúando se puso amarga la belleza en mi copa
pero lo cierto, amigos,
y a pesar de que bajo determinadas condiciones me
conduzco de un modo bastante razonable,
yo también soy un hombre de los que arrastran sus pedazos
por una tierra sin sentido.



Raúl Gustavo Aguirre
La estrella fugaz, Libros de Tierra Firme 1984
(el poema es de 1970)