SILVIA DABUL


Silvia Dabul nació en Mendoza, se graduó como Licenciada en Piano en la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Cuyo. Vive en Buenos Aires y es invitada regularmente a los principales ciclos y salas del país. Se ha presentado también en Uruguay, Paraguay, Sudáfrica, Francia y Alemania. Grabó dos CD con música para dos pianos y piano a cuatro manos (Clásica), la obra completa de Kim Helweg para dos pianos y percusión (Focus Recording), Parajes (IRCO), canciones de compositores argentinos sobre textos de su autoría y Mélanges (l´Empreinte digitale, francia). Trabaja como profesora de piano en el Conservatorio Superior de Música Manuel de Falla.

Como poeta, publicó Lo que se nombra (Ediciones en Danza 2006), Cultivo de especias (Ediciones en Danza 2011). Ha sido incluida en diversas antologías.

Es autora del Diario del Otro Lado, publicación digital in progress de 20 cuadernos de sueños registrados desde 2012.


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28.12.09

Lo que ¿vendrá?

Bajo los dudosos efectos de un vaso de fresita sin gas me declaro formalmente agradecida por el año que se va. La presencia de inquietudes y emociones complejas es siempre de agradecer.
Es tiempo de poner el espíritu en remojo y atender señales.
Mis fervientes deseos de soledades productivas, intensidades luminosas y toda la felicidad posible a los amigos que suelen venir por acá.

8.12.09

Canciones de Gershwin

En el Gato Negro, este viernes

Soprano: Luz María Suarez Pepe
Mezzo: Andrea Martínez
Piano: Paula Gelpi
Clarinete: Julieta Ugartemendía
Cello: Celia Dabul

6.12.09

Hacia la segunda atención

Don Juan argüía que empleamos la mayor parte de nuestra fuerza en mantener nuestra importancia, y que nuestro desgaste más pernicioso es la compulsiva presentación y defensa del yo; la preocupación acerca de ser o no admirados, queridos, o aceptados. Él sostenía que si fuera posible perder algo de esa importancia, dos cosas extraordinarias nos ocurrirían. Una, liberaríamos nuestra energía de tener que fomentar y sustentar la ilusoria idea de nuestra grandeza; y dos, nos proveeríamos de suficiente energía para entrar en la segunda atención y vislumbrar la verídica grandeza del universo.

Castaneda, El arte de ensoñar