La vida natural

Busca con tu lengua de amazona
con tu crueldad con tu olor de mujer que pasa
paladeando en sus lágrimas su sabor de deriva y de
franquicia.
Busca lejos lo más próximo mío. Busca a mi lado
lo más lejano mío. Caen las estrellas
orgánicas
y busca ahora el ídolo de labios constelados
cuando con un gemido deposita en el viento
su gran bola de fuego.

Que nos libren sus uñas de estos trapos empapados por
la miseria.
Hemos luchado como perros yo y mi temperamento con su

desnuda y salvaje inconsciencia. Una bestia se aferra a mi
garganta como un lazo de lluvias. Y tú busca la sombría brasa
de no hacer nada y de perder pie. Busca en mí tu
rostro y tu sombra de guardiana contaminada por la tortura
porque no hay estrella más preciosa que toda esta
hierba de las islas convertida en deseo.
¡Y el ídolo con su roja mirada de fogonero entre el humo
mojado de la locomotora y su negro calor de tribu
jadeando en el andén!

¡Que nos entregue su almendra táctil al borde del mundo!
Ese tesoro de decapitaciones
su hocico suave y cálido de asno que echa su aliento en los sentidos
todo su misterio en el enjambre de violetas y besos desplegado

por tu cuerpo entre las maravillas de la noche.


Enrique Molina
(Amantes antípodas, 1961)
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