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Mostrando las entradas de junio, 2006

Poema del amor triste

Adiós. Interpretemos el vuelo de las bandadas que dejan sombras de tijeras en el agua. Son páginas veloces escritas en el aire. Celebración cifrada de antiguas mutaciones. Ten paciencia con el río: adelanta, aquieta, entrecorta el vuelo. El agua tiene puntuaciones móviles y aprender a leerte lleva toda la vida. ............................... Zumban en mi boca abejas atrapadas en su propia miel. Pero la calle está quieta. Sorda. Embotellada en su licor narcótico. Paciencia. Algún sol brillará. Alguna fiesta animada por globos aerostáticos. Detrás de las fogatas, las mujeres solas conversan sobre un hombre que ha dejado de hablar. ........................... Adiós, amada. Te veo haciendo equilibrio entre los cables telefónicos que abren sus brazos al cielo. La ciudad pudorosa, amor. Sus voces encerradas en hilitos negros. Transportadas por corrientes que nadie conoce a ciencia cierta y que da miedo conocer de otra manera. Sobre la hamaca horizontal de los andamios los obreros del aire l...

Szymborska

ESTOY DEMASIADO CERCA Estoy demasiado cerca para que él sueñe conmigo. No vuelo sobre él, de él no huyo Entre las raíces arbóreas. Estoy demasiado cerca. No es mi voz el canto del pez en la red. Ni de mi dedo rueda el anillo. Estoy demasiado cerca. La gran casa arde Sin mí gritando socorro. Demasiado cerca para que taña la campana en mi cabello. Estoy demasiado cerca para que pueda entrar como un huésped que abriera las paredes a su paso. Ya jamás volveré a morir tan levemente, tan fuera del cuerpo, tan inconsciente, como antaño en su sueño. Estoy demasiado cerca, demasiado cerca. Oigo el silbido y veo la escama reluciente de esta palabra, petrificada en abrazo. Él duerme, en este momento, más al alcance de la cajera de un circo ambulante con un solo león, vista una vez en la vida, que de mí que estoy a su lado. Ahora, para ella crece en él el valle de hojas rojas cerrado por una montaña nevada en el aire azul. Estoy demasiado cerca, para caer del cielo. Mi grito sólo podría despertarl...