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Mostrando las entradas de noviembre, 2012

El anacoreta

Cuando comprendes la oscuridad, ella te captura. Ella sobreviene como la noche con sombras azules e incontables estrellas brillantes. El silencio y la paz sobrevienen cuando comienzas a comprender la oscuridad. Solo quien no comprende la oscuridad teme la noche. Mediante la comprensión de lo oscuro, lo nocturno, lo abismal en ti, te vuelves totalmente simple. Y te dispones a dormir como todos durante los milenios, te duermes bajo el regazo de los milenios y tus paredes resuenan con antiguos cánticos de templo. Pues lo simple es lo que fue siempre. El silencio y la noche azul se extienden sobre ti mientras tú sueñas en la tumba de los milenios. C.G. Jung  Libro Rojo (El hilo de Ariadna 2012)

Wilcock

Ahora estoy completamente solo,  ahora que llenas mi universo,  este alegre universo en expansión  con galaxias, cefeidas, supernovas,  y tú detrás de cada grado del espacio,  que una palabra tuya contrae  y concentra en tu sola persona  de nuevo como un astro en pulsaciones:  no tengo más amigos, no tengo más interés por nada,  estoy aquí estudiando tu cosmografía,  tus emisiones de radio, tus sizigias,  más exactamente tu boca y tus ojos,  más exactamente aquello que está en el fondo de los ojos,  y todavía más exactamente, a ti. J. R. Wilcock de Italienisches Liederbuch versión Guillermo Piro

El gran basural

Las ciudades continuas 1 La ciudad de Leonia se rehace a si misma todos los días: cada mañana la población se despierta entre sábanas frescas, se lava con jabones apenas salidos de su envoltorio, se pone batas flamantes, extrae del refrigerador más perfeccionado latas aún sin abrir, escuchando las últimas retahílas del último modelo de radio. En los umbrales, envueltos en tersas bolsas de plástico, los restos de la Leonia de ayer esperan el carro del basurero. No solo tubos de dentífrico aplastados, bombillas quemadas, periódicos, envases, materiales de embalaje, sino también calentadores, enciclopedias, pianos, juegos de porcelana: más que por las cosas que cada día se fabrican, venden, compran, la opulencia de Leonia se mide por las cosas que cada día se tiran para ceder lugar a las nuevas. Tanto que uno se pregunta si la verdadera pasión de Leonia es en realidad, como dicen, gozar de las cosas nuevas y diferentes, y no más bien el expeler, alejar de sí, purgarse de una recurr