Entradas

Mostrando las entradas de febrero, 2011

La verdad ausente

Sin duda no soy muy inteligente: en todo caso las ideas no son mi fuerte. Siempre me han decepcionado. Las opiniones más fundamentadas, los sistemas filosóficos más coherentes (los mejor elaborados), siempre me han parecido absolutamente frágiles, me han causado cierta repugnancia, insatisfacción, un molesto sentimiento de inconsistencia. De ningún modo doy por cierto los juicios que emito durante una discusión. Con los que no estoy de acuerdo, casi siempre me parecen también válidos; es decir, para ser exacto: ni más ni menos válidos. Se me convence, se me hace dudar fácilmente. Cuando digo que se me convence: es, si no de alguna verdad, por lo menos de la fragilidad de mi opinión. Además, la mayoría de las veces el valor de las ideas se me revela en razón inversa a la vehemencia con la que se emiten. El tono de la convicción (incluso de la sinceridad) se adopta, me parece, tanto para convencerse a sí mismo como para convencer al interlocutor, y más aún, quizás, para reemplazar la con

Por una tierra sin sentido

Yo también estoy destrozado a pesar de que (dentro de mis limitades posibilidades) visto correctamente, me afeito todos los días, excepto los domingos, visito mensualmente al peluquero y de vez en cuando al dentista, lustro mis zapatos y desempeño con aplicación ciertos oficios irreales tales como bibliotecario, profesor y jefe de familia. Y aunque Rimbaud me pasma y admiro a Gotfried Benn,   quien dijo que el cerebro es nuestra tarea y nuestra maldición, y soy capaz como cualquiera de entusiasmarme con la pampa cuando viajo y exclamar: ¡qué increíble país!, y no exhibo ninguna actitud filosófica original con respecto al desgarramiento que significa la existencia, yo también, mis amigos, yo también, les juro y aseguro, yo también estoy destrozado. Cuándo empezó a romperse todo en mí no sabría decirlo. Posiblemente fue cuando vi llorar a mi abuelo por falta de trabajo o cuando vi llorar a mi padre por el mismo motivo, o cuando un capitán me trató de piojoso o cuando v